El dia en el que nació el pop

 EL DÍA EN LO QUE NACIÓN EL POP

No lo voy a negar, quizás el título es muy subjetivo, demasiado.

¿Cuándo nació el pop? Para algunos es la evolución del rock de los 50 o para  otros fue Elvis quien marcó el camino. Cuestión de opiniones, todas tan respetables  como complementarias e igualmente ciertas. De hecho, si nos circunscribimos a  España, allá por el año 1959 y bastante antes de la beatlemanía, ya estaban por allí Los Pekenikes dando conciertos y haciendo las delicias de la juventud de los años sesenta en nuestro país.

Con lo cual el título de este artículo es llamativo como deben ser los titulares  periodísticos pero no pretende pontificar sino dar otro punto de vista tan válido como  cualquiera de los anteriores y otros que seguro también tienen su vital importancia en  el devenir de la historia del mismo género musical. Con total seguridad de la suma de  todos los factores nació el pop-rock tal y como lo conocemos hoy en día.

Pero yo os voy a contar una historia que sucedió en Liverpool en 1957 y que sin  duda, está ante estos eventos fundacionales de este nuevo modo de entender la música.

El día 6 de julio de 1957 se celebraba en la localidad inglesa la fiesta anual de la  iglesia de St. Peter. Para la ocasión estaban previstos los más variopintos actos tales  como la coronación de la reina de las fiestas, un concurso de disfraces y como algo  excepcional e incluso anecdótico, la actuación de grupos de skiffle, un género musical  en el que con una guitarra, un bajo artesanal de cofre de té, un banjo, una batería (que no siempre estaba presente) y una tabla de lavar se interpretaban los éxitos del  momento.

Ese día un muchacho alto, miope y con ganas de comerse el mundo con sus odiadas gafas en su bolsillo, cogió su guitarra y junto a sus amigos Pete Shotton, Len  Garry, Colin Hanton y Eric Griffiths dirigió sus pasos hacia la mencionada iglesia.

La iglesia estaba en el barrio de Woolton y el día era caluroso y húmedo. No  importaba la climatología ni el lugar, los muchachos ardían en deseos de tocar y  aprovechar la oportunidad para lucirse ante sus amigos y familia.

No había sido fácil conseguir el permiso para tocar allí, para nada. El evento estaba  organizado por el reverendo Pryce Jones y la verdad es que no tenía una buena  imagen de los chicos. Los había sorprendido más de una vez escondidos en las  inmediaciones de la iglesia con jovencitas adolescentes. Imagínense ustedes  haciendo qué.

Y sobre todo, al párroco no le convencía en absoluto que en las fiestas de su querida  iglesia tocara ese insolente chico de las gafas que se criaba junto a su tía Mimi, ella  sí, tenía que reconocer, una buena y respetable cristiana.

Gracias a las buenas maniobras de la madre de Pete Shotton finalmente el reverendo  Jones se ablandó y dejó que esos condenados muchachos tocarán en la fiesta anual de St. Peter.

Aquello empezó pronto, a las 2 de la tarde y subidos a una de las dos camionetas que se  prestaron para la ocasión los chicos de The Quarrymen (así se hacían llamar en  honor al nombre de la escuela en la que se conocieron) empezaron a tocar en ese  escenario rodante a modo de cabalgata en la que compartían espacio con las  atracciones del evento. Pero poco o nada podían hacer frente a la banda local de  Cheshire Yeomanry que con su volumen infinitamente superior tapaba los  infructuosos intentos de los chavales por hacerse sentir tocando sentados y con las piernas colgando subidos a la camioneta.

Tras un rato de paseo por el barrio llegaron al jardín trasero de la parroquia y allí se  coronó Sally Wright como reina de las fiestas. Había comida, helados, limonadas y  concurso de disfraces amenizado por la banda de música que fue aclamada y obtuvo  un gran éxito entre los asistentes.

Cuando la banda de música decidió hacer un receso y descansar, llegó el momento de  los grupos de skiffle. Ese día también tocaron algunos temas sus  colegas de género  musical, la  George Edwards Band.

Los The Quarrymen capitaneados por ese chico miope ocuparon el improvisado  escenario de la camioneta y empezaron con su corto repertorio ante la indiferencia  inicial de unos asistentes que tan estupendamente bien se lo habían pasado  escuchando en la banda local.

Comenzaron el recital cantando “Maggie Mae” un tema que habla sobre las andanzas  de una prostituta de Liverpool. Sin duda, una gran elección para abrir un concierto en una iglesia, chicos.

Quizás eso ya hablaba a las claras de cómo terminaría forjándose el carácter del líder de  este curioso conjunto musical. Además, el cantante ni siquiera se sabía la letra  original y la improvisó para escándalo del público allí asistente.

Tras la estupefacción general siguieron con el tema “Come go with me” de Del  Vikings. Paralelamente a todo esto y justo cuando sonaba ese tema otros dos chicos  pagaban la exigua entrada para ver lo que allí ocurría.

Ivan Vaughan, amigo de los The Quarrymen, había convencido a otro colega suyo del  momento para acompañarle a la actuación. Apenas pudieron escuchar esa canción  cuando se procedió al plato fuerte de la tarde: la exhibición canina del departamento  de policía de Liverpool.

Ivan y su amigo deciden comer algo mientras todos, incluidos los del grupo de  skiffle, se quedaron anonadados ante la demostración de adiestramiento canino que se  estaba realizando. Sin lugar a dudas, ese día el triunfo fue por arrolladora mayoría  para aquellos canes tan habilidosos y divertidos.

Tras el estallido general en aplausos y vítores ante tal demostración, el grupo saltó de  nuevo al escenario para completar su actuación. Eran ya casi las 6 de la tarde cuando un compañero de clase del chico miope hacía una foto del grupo empezando el  segundo pase. Hasta pasados ​​unos años no supo aquel chaval llamado Geoff Rhind que esa instantánea de ese grupo tocando subidos a una camioneta terminaría  valiendo millones y que captaría un momento tan crepuscular de la historia de la  música.

Después de terminar la actuación sin pena ni gloria, los chicos de la banda se refugian en el  salón de actos de la iglesia para departir con los amigos y beber algo.

Al rato, Ivan Vaughan presenta al líder de la banda a su amigo pero entre ellos apenas se cruza un tímido saludo sin legar ni a chocarse las manos. Acaba de ocurrir un  instante clave en la historia y en realidad, apenas fue un cruce de miradas y un saludo  sin aparente trascendencia. Y la tuvo, vaya si la tuvo.

El líder del grupo mira con condescendencia a ese chico dos años menor que con  apenas 15 no significa nada para un tío ya de 17 años que acaba de hacer su  presentación musical en el barrio y que tiene muchos planes para hacer que su grupo  crezca y se convierta en lo mejor de su género en Liverpool.

Pero en un momento dado alguien hace caer en las manos de ese chico tan joven una  guitarra y la magia hace el resto.

De repente, se hace el silencio y el apenas adolescente empieza a tocar "Twenty  flight rock" de Eddie Cochran y lo hace de una forma más que consistente.

En ese preciso momento el chico de las gafas y líder de The Quarrymen empieza a  reparar en ese niño intrascendente que su amigo Ivan ha traído al concierto y al que  apenas saludó hace unos minutos.

El chaval sabe que ha captado la atención del líder del grupo y ya desatado empieza al cantar y tocar “Be bop a Lula” uno de los temas que habían hecho The Quarrymen  en el segundo pase vespertino.

El chico miope se lo reconoce a sí mismo, no tiene otro remedio:

“Ese niño toca mejor la guitarra que todos nosotros, ese crío es mejor que cualquiera  de los Quarrymen”

Para rematar el trabajo y sabiéndose ya el centro de la actuación de los allí presentes el chaval se sienta frente al piano de la iglesia y lanza todo su arsenal haciendo un  popurrí de su admirado Little Richard.

Los The Quarrymen al completo y su líder en especial no dan crédito a lo que vende sus  ojos. Un debate interno ya surca todos los poros de su piel:

"¿Sigo yo como líder absoluto de la banda o invitamos a este niño al grupo y lo  mejoramos ostensiblemente?"

Este debate se resuelve pronto y mediante su amigo Pete Shotton le hace llegar un mensaje a ese chaval que tanto le había impresionado días antes. Tampoco era  cuestión de rebajarse a ir él mismo a ofrecerle a un niño entrar en su grupo, faltaría más.

El chico ante la pregunta directa de Pete de si quería entrar a formar parte de The  Quarrymen intentó primero, disimular su alegría y luego esperó unos segundos para definitivamente contestar afirmativamente y conseguir formar parte de ese grupo que tanto le había gustado y sobre todo, tener la ocasión de poder compartir conjunto con ese chico mayor que él pero con tanto desparpajo y hambre de música.

La misma que él sentía brotar en su interior desde hacía ya algún tiempo.

Aquel día, el 6 de julio de 1957 se habían conocido ese muchacho miope y con tanto  ímpetu que lideraba su banda de skiffle (John Lennon) y un niño de apenas 15 años  que vio impresionado aquella caótica actuación.

Ese chavalín era un tal Paul McCartney. Ese día fue el día en que nació el pop, el día  que nacieron los Beatles y la asociación  musical más fructífera que ha dado la  historia de la música pop-rock, el dúo Lenon-McCartney.

Aquel fue un día glorioso.




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